Escrito y narrado por Rafael Castillo Zapata Extracto del texto: Como lectores de Pálido fuego estamos obligados a leer con asombro todo el tiempo, con la boca abierta o con la risa a flor de labio, pero apretada entre los dientes; risa cautelosa, risa sigilosa del que se dice mientras lee, como un actor en un aparte, “no lo puedo creer”, “esto es demasiado”, “pero en qué cabeza cabe”, “no; esto sólo se le ocurre a Nabokov”.